3.355 kilómetros. Siete países.Innumerables impresiones. El fotógrafo del motor y autor invitado GF Williams en un viaje con el Mercedes-Benz Clase C Coupé de Porto hasta Stuttgart.
Nuestro viaje empieza con un vuelo de Londres a Porto. Conduciremos un automóvil que aúna deportividad y diseño. Así que no tenemos que buscar mucho para dar con el vehículo que nos acompañará los próximos siete días: el Clase C Coupé nos espera estacionado en un lugar seguro en el parking del aeropuerto La pintura designo un rojo Jacinto metalizado le viene como anillo al dedo a la silueta deportiva del Coupé. Con un punto de emoción ponemos en marcha el motor turboalimentado de 4 cilindros y 245 CV de potencia y salimos del parking en dirección al centro de la ciudad de Porto, acompañados por el dulce sonido del equipo de escape deportivo del C 300 Coupé.
El Clase C Coupé resulta ser un automóvil ideal para este viaje, porque conjuga confort y deportividad. Tras un tramo relajado por autopista tomamos una salida que nos lleva a una de las sinuosas carreteras de Portugal. Aquí se nota que el dinámico Clase C Coupé se encuentra en su elemento. Nosotros también. Con un dedo cambiamos el programa de conducción de DYNAMIC SELECT y con ello la característica del motor, el cambio y la dirección del modo «Confort» a «Sport Plus». Empieza el baile de curvas. Entusiasmados por el dinamismo con el que traza las curvas, nos cuesta parar para hacer un par de fotos en este paisaje desértico. De todas maneras no hay mucho tiempo para descansos: tenemos por delante más de 3.000 km. Ponemos en marcha el motor y nos dirigimos hacia España, concretamente a Ávila.
Cerca de la frontera con España nos espera ya el siguiente atractivo para la vista y para el objetivo de la cámara: pasamos sobre una presa y miramos al embalse que hay debajo. La superficie del agua es tan lisa que parece un espejo en el que se refleja todo el paisaje montañoso que nos rodea. Huelga decir que el Clase C Coupé, con sus formas fluidas, muestra una figura magnífica delante de este escenario de ensueño. No cabe duda: es uno de los pasos fronterizos más bellos que hemos visto hasta ahora. Y sin embargo, el camino nos atrae y seguimos hacia Ávila.
Cuando entramos en Ávila con el Clase C Coupé el sol ya se ha puesto. Esta ciudad llena de historia y rodeada por una imponente muralla, que ya existía en el tiempo de los romanos, está situada a unos 90 minutos por carretera al noroeste de Madrid. Disparamos un par de fotos rápidas y aparcamos el coche fuera de la muralla para no perdernos en el enjambre de callejuelas angostas y calles de dirección única que recorren todo el núcleo urbano. Paseando sobre la muralla se tiene una magnífica vista del bello centro histórico de la ciudad, sobre todo por la noche, cuando los reflectores iluminan la muralla y la cubren con una luz sugerente. De camino hacia Segovia tenemos ocasión de comprobar la gran ayuda que suponen los faros del LED Intelligent Light System: gracias al alumbrado adaptativo, los faros se adaptan automáticamente a las condiciones meteorológicas y de conducción actuales. En carretera alumbran con mayor claridad y amplitud el margen de la calzada por la que circula el vehículo; a partir de 90 km/h se conecta automáticamente la luz para autopista que prolonga el alcance de las luces.
Segovia no sólo es la ciudad donde se encuentra nuestro hotel sino también el punto de partida para la excursión que haremos al día siguiente con el Clase C Coupé hacia las montañas de Andorra. Antes de registrarnos en el hotel tenemos un fotoshooting nocturno delante del gigantesco acueducto. Imposible pasar por alto esta obra que, con una altura de hasta 28 m, atraviesa directamente el centro de Segovia. En su día transportaba agua fresca desde los manantiales de la Sierra de Fuenfría, a unos 17 km de distancia, hasta Segovia. Aunque fue construido en la época romana, estuvo en funcionamiento hasta 1974: una vida útil impresionante. Menos impresionante es el parte meteorológico para el día siguiente: se acerca una borrasca hacia Andorra. Decidimos sobre la marcha viajar directamente a Barcelona.
Siete horas y algo más de 700 km después llegamos a Barcelona. Nos dirigimos al centro de la ciudad, un lugar fascinante y caótico a la vez, y disfrutamos de la acústica del sistema de sonido surround Burmester®. Con sus 13 altavoces reproduce el concierto de David Bowie «A Reality Tour» con un sonido tan real que nos parece estar delante del escenario. Por fortuna encontramos un hueco para aparcar justo al lado de la famosa Sagrada Familia. Esta impresionante iglesia es una obra en construcción permanente, y al mismo tiempo la seña de identidad de la capital catalana. Cuando callejeamos por el centro de la ciudad tomamos conciencia más que nunca de que Barcelona tiene un ambiente singular, un crisol donde el arte se funde con el saber vivir, a lo que se añade una preciosa costa que se extiende a los pies de la ciudad. Nos gustaría quedarnos un par de días más, pero tenemos que seguir nuestro viaje.
Poco después de cruzar la frontera con Francia tuvimos un encuentro especial: en conjunto sumaban 32 cilindros, 16 l de cilindrada y casi 2.000 CV, repartidos en tres Mercedes-AMG GT y un Mercedes-AMG C 63. Los pilotos de prueba también se sorprendieron de encontrar en este preciso lugar un flamante Clase C Coupé. Todos coincidían en una cosa: el Coupé equipado con AMG Line y paquete Night se ve muy atractivo con los cuatro modelos AMG. Nos despedimos después de una breve conversación entre aficionados al volante. Continuamos el viaje hacia Antibes.
¿Un viaje por el sur de Francia sin hacer una breve escala en Mónaco? ¡Imposible! Por supuesto, tampoco podemos renunciar a dar una vuelta completa con el Clase C Coupé, y a hacer las fotos de rigor en las curvas cerradas. Cuando salimos del túnel en dirección a la famosa «Nouvelle Chicane», nos encontramos inopinadamente en la mejor compañía: en el puerto deportivo esperan algunas joyas para hacerse una foto con el Clase C Coupé. El automóvil encaja perfectamente en este entorno.
Durante la última etapa desde Turín hasta Stuttgart, el tiempo y el C 300 Coupé vuelven a deleitarnos con su mejor versión. En la magnífica carretera de montaña que atraviesa Suiza brilla el tren de rodaje dinámico con su eje delantero de cuatro brazos y suspensión de las ruedas independiente de los conjuntos telescópicos. El resultado es un buen agarre y una elevada estabilidad frente a fuerzas direccionales laterales, lo que arranca una y otra vez sonrisas en la cara del conductor. A ello se añade el placer acústico que produce el sonido del motor, un cuatro cilindros de 2 litros y 245 CV. Pero cualquier viaje, por muy largo que sea, toca alguna vez a su fin. Pocas horas más tarde llegamos a nuestro destino, el museo Mercedes-Benz de Stuttgart. Tras siete días y 3.355 km exactamente termina aquí un viaje lleno de impresiones con el Clase C Coupé, un automóvil elegante y al mismo tiempo deportivo. Ha sido una vivencia de conducción para todos los sentidos.